HISTORIAS


Por estas puertas he visto pasar historias de amor, desamor, de romance, desilusión, amistades, trabajo, inquietud, de amantes que se esconden entre sus paredes, para no ser vistos por ajenos, y me declaro testigo de cada una de ellas, algunas duran días, otras solo una noche.

Los amantes a destiempo, que se reunen los miercoles, su mesa favorita la 60, queda en una esquina, esta escondida de alguna manera con una columna, y ese es su rincon de amor, por lo regular ordenan lo mismo èl un buffet y ella tostadas tapatìas, o si ahora tiene antojo diferente quizàs sean quesadillas... solo estan 1 hr quizás un poco mas, piden la cuenta, se levantan rodean la fuente abrazados y se despiden de un largo beso, caminan tomados de la mano el poco trayecto que les queda y se van alejando poco a poco uno de otro sin soltarse, hasta que no queda mas remedio que dirigirse la ultima mirada del dia...

Los huespedes de casa, a quienes identifico conforme pasa el tiempo, algunos ya recuerdan mi nombre, los hay serios, coquetos, alegres, timidos, sarcasticos, muy bromistas, insolentes, pero siempre me han regalado una sonrisa, al darles la bienvenida y con eso me quedo.

He visitado el Hotel Morales por 730 días, y cada uno de ellos tiene algo nuevo, conozco sus remodelaciones desde entonces, ya no tiene el mismo color beige, ahora tiene un tono naranja cantera que le destaca sus columnas, tiene herrería en su puerta principal, y poco a poco ha ido cambiando.

Su historia le hemos escrito y escuchado de tantas maneras que no puedo asegurar cual de ellas es la original, existen fotos de comienzos de siglo, mas no ha pasado un mes sin que sepa de una nueva versión que conquiste mis oídos y quiera saber más, nos han visitado los familiares del Sr. Morales miles de veces, conocemos al primo, el hijo, al sobrino, a la hermana, a la vecina, a la secretaria, al gerente de departamento, a la camarista, a la hija del que fue en alguna vez el botones, conocemos por foto a sus visitantes, pero lo cierto es que bajo su propio cielo nos resguarda de los malos tiempos.


No importa quienes estemos y dejemos de estar, este edificio es donde trabajo, donde he conocido idiomas, costumbres, estilos de vida, de visto desfilar vestidos de novia, de quince años, y una hermosa falda escocesa que hasta hoy recuerdo gratamente.

Me he enamorado de mil cuerpos esculturales y he deseado solo pocos, quizás solo 5 en especial, uno de ellos es de canada, obvio es blanco, piernas atleticas y brazos largos y marcados, manos grandes y dedos perfilados, una hermosa y besable boca, y un antifaz que por demas me derretia, para mi mal, venia a la boda de su hermana, cuñada o no se quien haya sido, pero bueno no lo queria para casarme....

Mi historia en el Hotel Morales solo es una entre millones desde su reapertura hace 4 años, y no importa quien lo dirija, pues nunca ha cerrado sus puertas, siempre las mantiene abiertas para darle una cálida bienvenida a todo el que guste visitarle, quizás solo sea un edificio entre los tantos que hay en el mundo, pero no conozco los otros, y sé que aún no termino de conocerle al morales, pero mientras me de asilo, estaré ahí, observando como se entretejen nuestras vidas con el resto del mundo.


MORGANA

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